¿Qué llega a ser la educación?

La educación de manera formal para la mayoría de los Estados hispanohablantes sigue siendo la misma desde el siglo pasado. No ha cambiado nada. Y antes de que se pueda pensar que voy a realizar el mismo discurso que muchas personas en redes ya han hecho como crítica a la educación, se recomienda quedarse, pues no es nada como el caso. 


Y es que no es ninguna mentira que al momento, incluso, en el que se está redactando esta entrada de la cual posteriormente me arrepienta la educación no es para educar, o para fomentar ideas revolucionarias y sacarle el máximo provecho a los infantes que asisten a clases. Es para promover un sentido de responsabilidad y deber dependiente a un sistema cuadrado, que no les proporciona nada si no hacen ellos nada primero por él. Por eso, es que para poder ser alguien en el mundo primero tienes que dar algo al mundo. Sinceramente, y diferente a lo que he aprendido en varios meses de introspección, aunque de una manera un tanto turbulenta, porque no negaré que también he mantenido comportamientos occidentales y modernos (y por modernos me refiero a esos comportamientos repetitivos en cadena producidos por una adicción a ciertos detonadores de dopamina, como el teléfono móvil y las redes sociales), para ser alguien no se necesita hacer algo valioso o impresionantemente único para el mundo. Solamente hace falta ser tú mismo, y sé que eso puede sonar cliché, o ya muy dicho por otras personas, pero es que el hecho de que tú mantengas tu forma de ser, sea peligrosa o lo que sea, mientras no le hagas daño a nadie ni preocupes a nadie que valga la pena, ya te da valor como persona. Si es que el hecho de nacer ya le da valor a cualquier persona, pues son singulares, quiere decir irrepetibles e inigualables en esta vida, esta Tierra y en la Historia.

La educación ahora mismo no es para fomentar ideas que sirvan para el futuro, eso lo hace cada quien por su lado, incluso algunos se volverán fracasados. La escuela que propone el gobierno es para adherir a todas las personas menores de 18 años de manera temprana al sistema al que se tienen que acostumbrar si quieren ser como el resto y ganar un sueldo acomodado para vivir con comodidades y que mantengan en función al sistema, a una cadena. En pocas palabras, a un ciclo interminable que dudo que se acabe, porque nada ni nadie podrá acabar con él.

No sé si recomendar renunciar al sistema o, por el contrario, seguir el juego y adherirse, pero es que cualquiera de las dos formas va a terminar mal. Si renuncias al sistema, te va mal. Dañas tu vida y quizás la vida de los que te rodean. Y si te adhieres, igual dañas tu vida, pero por el potencial perdido. 

Se trata de un equilibrio, algo como lo que podría ser definido, que lo que definía Nietzsche, como el hombre, en mitad, o in between, del ángel, perfecto y potencial, y la bestia, impulsivo y primitivo. En otras palabras, Dionisio y Apolo (en griego, porque ya saben que esto me fascina, Διόνυσος ϗ Ἀπόλλων).

Nadie, dentro del corto plazo o al menos dentro del plazo en el que yo siga siendo estudiante o tenga relación de manera extendida con la educación, pública o privada, en mi país, va a cambiar el modelo educativo. Es algo que dudo demasiado. 

Lo único que le queda a los muchachos que siguen, y seguirán, estudiando en el mismo sistema de hace un siglo, es pensar por sí mismos y reinventarse ellos mismos. Hacer cosas por ellos mismos, y cambiar el mundo desde las herramientas que tienen a sus manos, o incluso las herramientas que su escuela les puede proporcionar. Si mantienen adheridos al sistema, seguirán como estos bombillos apagados. Si quieren ser algo que les satisfaga, pero no necesariamente al sistema, y ser el bombillo encendido, solamente falta atrevimiento y preparación para fracasar. 

Nada puede limitar a un soñador que tiene disciplina e insiste en sus objetivos. La educación, ahora, es solamente una forma de no descuidar responsabilidades cotidianas, porque por más prodigio que alguien pueda ser, sigue teniendo necesidades de primer orden, como la comida, el sueño, el hogar y el aseo personal. Ser responsable también hace parte, pero una cosa es ser responsable, y seguir velando por uno mismo, y otra es ser responsable, y al mismo tiempo adherirse al sistema. Un balance, como ya dije. Un balance. 


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