Finem

Cuando nos ponemos a reflexionar es que nos damos cuenta de ciertas cosas que muchas veces, ocupados, pasamos por alto. Ignoramos, tal vez, o quizás, igualmente, damos por sentado. Son esas cosas que, sin darnos cuenta, vienen sucediendo, y cuando menos lo esperemos se van a terminar transformando en algo que no nos podría terminar de gustar. 

Algunas de estas cosas devienen en procesos, y esos procesos lentamente van transformando nuestra realidad inconsciente. El Tiempo, me refiero a él. Cuando no nos damos cuenta, el tiempo va a avanzando, y va a avanzando, y sin darnos respiro, a veces, ya nos terminó llevando a otra de sus estepas. Es ahí cuando nos damos cuenta que se transformó. Que cambió y que evolucionó. Su forma, sin embargo, se mantiene igual. Es nosotros a quienes cambia. Él, inmutado, sigue avanzando de la misma manera en la que lo hacía. 

Toménse el tiempo y deténganse en un esfuerzo consciente para que caigan en cuenta de que el tiempo nos va llevando a lugares mucho más lejos de los cuales partimos. La familia va alejándose, o van muriendo sus miembros. La naturaleza va aflojando y va dejando de ser bella. En ello, seguramente, tendrá que ver la acelerada industrialización de las últimas décadas y los últimos siglos. Sin embargo, el avance del tiempo siempre ha sido perenne. Los lugares más conectados con las fibras de nuestra esencia y nuestra identidad van cambiando y nos van dejando sin aliento al darnos cuenta que cambiaron y que jamás, nunca jamás, volverán a ser los sitios que solíamos conocer, a los que solíamos tenerles cariño. En nuestras mentes, por supuesto, seguirán teniendo lugar, y seguiremos teniéndole cariño a esas imágenes mentales de los sitios o las personas, conectados a emociones muy fuertes y profundas que, cuando no terminamos de procesarlas, parece que nunca hubieran estado allí. 

El Tiempo nos va dejando cada vez más ajenos de lo que cuando éramos más jóvenes nos sentíamos dueños, nos sentíamos poseedores. Claramente vamos a volvernos dueños de otras cosas, pero éstas muy distintas de las que solíamos tener. Muy separadas de los sentimientos originales que nos evocaban y los cuales hemos relacionado con ellas.

Por eso, sinceramente, es que duele la partida de un ser querido, o el solo hecho de pensar en que todos en algún momento tienen que fallecer. Porque nadie va a provocarnos los mismos tiernos sentimientos que estas personas que se han ido nos habían generado. Los sentimientos que habíamos relacionado con ellas se quedan especialmente para ellas, y que se hayan ido es lo que nos conmueve, porque se siente como si de ese sentimiento nos hubieran arrebatado lo más importante, lo más esencial; el núcleo, el génesis, del mismo.

Los sentimientos humanos son complejos, como ya todos han de saberlo, y quizá ya lo hayan escuchado en alguna otra parte. Los sentimientos humanos rara vez reflejan una simplicidad describible en menos de un párrafo, porque naturalmente los seres humanos somos seres complejos. Seres con alegrías, pasiones y motivaciones que a la vez se contraponen y, en algunos casos, luchan contra los miedos, las desilusiones y los aquejamientos. Lo que no nos gusta se ve contrarrestado por lo que nos gusta. Hacemos un equilibrio, un nivel para lograr que ambos convivan en nuestro ser, y así mismo definimos un 1%, o menos, de lo que somos.

El Tiempo va a transformando esta identidad. La va moldeando, porque con el Tiempo vienen las experiencias, vienen las vivencias que nos cambian y nos transforman en seres diferentes, y así mismo en seres que comprenden cosas que antes no comprendían, pero también en seres que olvidan la inocencia con la que actuaban en ciertos aspectos. Es decir que el Tiempo va llenándonos de sabiduría a cambio de que nos va inundando de algunos miedos que terminan flotando deámbulos dentro del inconsciente de los seres humanos, y eso siempre dependerá de las experiencias individuales de cada uno de todos los seres humanos que vivan y que sientan. 

Parte de ser un ser humano es vivir y experimentar, y aprender de todas esas experiencias, pero con ello generar recuerdos que se pueden tornar en recuerdos felices o en recuerdos tristes. En miedos o en pasiones. Así se va convirtiendo una persona en lo que debía ser, o alejándose de lo que se supone que era originalmente. No se puede limitar la visión de que los seres humanos son lo que son originalmente, y lo que terminan siendo es un trastorno impuesto por la sociedad, o que los seres humanos son lo que terminan siendo a través de sus experiencias y de la sociedad, y que lo que eran originalmente era solamente tabula rasa para lo que debían ser. Es una mezcla de ambas posturas. Es un híbrido. Un espectro, mejor dicho.

Nos duele perder, pero perdiendo aprendemos y, eventualmente, conseguimos algo más adecuado, sin tantas fallas o equivocaciones que tuvimos durante nuestra anterior experiencia, la susodicha que perdimos.

Muchas personas terminan afirmando que tras adquirir ciertas experiencias no sienten que vayan a ser felices de nuevo. No sienten que, cualquiera que sea lo que esté por venir, los vaya a llenar de la felicidad con la que se sentían anteriormente, y eso se debe a que terminan habituándose a sus miedos, y sus miedos terminan adueñándose de ellos de una manera sugilosa que es complicado tratarla. Es una lucha interna entre la intención de seguir viviendo y la creencia inconsciente de que ya no vale la pena vivir por algo porque ya todo lo bueno se ha vivido. Resuenan de manera inconsciente, aunque puedan no estar de acuerdo cuando se manifiesta en palabras específicas, ya que, evidentemente, se trata de algo mucho más complejo que eso. Siempre se ha tratado de algo más complejo que simples palabras y definiciones, pues, por definición, aunque irónico, el ser humano es un ser complejo.

Habrá que luchar conscientemente con los miedos y desafiarlos, para que estos, eventualmente, no terminen convirtiéndose en pesadillas o ansiedades de manera vitalicia. A medida que un miedo se sigue desarrollando dentro de los seres, más difícil es erradicarlo, porque el natural sesgo de confirmación provoca que cada vez estén más convencidos de que su miedo es real y está fundamentado con evidencias que lo estarán amenazando, y amenazando su paz, su felicidad y su tranquilidad, constantemente. Por eso la ansiedad es peor si no se trata o se aprende a convivir con ella. A fin de cuentas, la ansiedad es un alter ego, lo que significa que es la misma persona, pero expresándose de manera distinta, y con otra base para su actuar.

Es ahí cuando muchas veces queremos remitirnos a la más inocente de nuestras facetas. Cuando éramos menos conscientes de lo que era nuestro entorno, y solamente vivíamos de acuerdo a nuestras infantiles creencias, pero que rara vez tendían a hacernos daños graves a nuestra alma. 

Por eso se siente romántico, y se idealiza, tiempos pasados, porque parecen ser menos peores que lo que se vive ahora mismo. Por eso el Tiempo nos lleva por sus estepas, y cada una de ellas más oscura que la anterior, por nuestro miedo e ignorancia al futuro, pero nuestro conocimiento y tendencia de predecir el pasado. Puede que o el tiempo sea cíclico, o siempre esté en constante evolución, y la ignorancia nos indica que sigue siendo cíclico. Por eso no siempre se trata de juzgar lo que está por venir, o lo que ya vino, sino observar mientras viene, el mientras tanto. El mientras tanto es, sencillamente, el presente.

Es complicado porque muchas de nuestras aspiraciones son hacia el futuro y con base en el pasado. Queremos vivir de acuerdo a lo que ya hemos vivido. Queremos vivir de acuerdo a lo que hemos acordado, en el pasado, que queríamos vivir. Es así como funciona nuestra disposición y nuestra planeación de una vida, más que nada en un mundo industrializado y mecanizado. Los seres humanos tratan de encontrar un lugar particular dentro de una masa casi infinita de otros seres humanos que también quieren ser alguien. Tantas personas no es algo viable para tan pocas oportunidades. Por eso también el miedo de no ser alguien. El miedo a no poder conseguir ser alguien dentro de un área específica. Un humano especial para los humanos. Alguien para todos. 

A fin de cuentas, el ser humano, dentro de una multitud magnífica, termina por ser, o haber la posibilidad de ser, reemplazado por alguien "más apto, mejor, más hábil o más talentoso". Un ser más adecuado que otro. Justo para los propósitos del mismo sistema mecánico que terminó por hacer que los seres humanos rara vez quieran vivir en el mientras tanto, sino pendientes al siguiente movimiento, hacia el futuro. El Tiempo, entonces, se ha vuelto aliado de aquellos que nos enajenan de nuestra más inocente forma de actuar. La competencia se ha convertido en la vida, y no la cooperación.

Finalmente, llegará el momento en donde todo lo que hayamos vivido, las experiencias, el lugar al cual nos remitimos, las personas a las cuales nos remitimos, las emociones a las cuales nos remitimos ante las vivencias, cuando recordemos lo que vivenciamos, en físico se hayan transformado en plástico desalmado, gris y lúgubre. No hay peor atentado contra la identidad de un ser humano, y de una cultura en sí, que el arrebatamiento de sus orígenes. 

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